23 enero, 2015

Cómo evitarse problemas


El conflicto protagonizado por Luis Enrique y Lionel Messi hace unos días atrás dejó en claro uno de los puntos más controversiales del trabajo de un Director Técnico: la gestión del mismo. ¿Cuál es la mejor forma de administrar un equipo de fútbol? ¿Establecer Normas de Convivencia estrictas o flexibles? ¿Es igual el trato con todos los jugadores?

La dirección de un equipo de fútbol es ante todo un trabajo que lleva una planificación detallada de contenidos técnicos, tácticos, físicos y psicológicos. Según la metodología utilizada, esos contenidos van a ser trabajados de forma más o menos integrada. Pero de los cuatro componentes mencionados, el psicológico está presente en una mayor parte de esa planificación, aunque no lo trabajemos específicamente.

«El fútbol es un deporte de emociones en el que los jugadores experimentan sentimientos de desesperanza, depresión, excitación, exaltación y falta de confianza» dice Malcolm Cook en su libro “El Entrenador de Fútbol. El camino profesional” y está demostrado que del juego de las emociones derivan la mayoría de las decisiones que tomamos como seres humanos. El Dr. Facundo Manes, en su libro “Usar el cerebro” así lo sugiere: «la evidencia científica indica que decidimos, básicamente, con las emociones.»

Gestionar un grupo humano, como lo es un equipo de fútbol, es –básicamente- gestionar las emociones individuales que cada uno de sus componentes presentan a la hora del trabajo, sabiendo que en un equipo deportivo hay un fin en común que es el de lograr un objetivo propuesto (un campeonato, un ascenso, una clasificación, revertir una mala racha de resultados, etc.) con lo que ese principio cohesionador le da una gran ventaja al conductor del grupo al apuntar sus acciones, emociones y decisiones en ayudar a materializar ese objetivo establecido.

En la dinámica que se produce en un equipo de fútbol es importante tener en cuenta, como también indica el Dr. Manes en su libro ya citado, «… que nuestra conducta influye sobre la otra persona, tanto para actuar de una manera socialmente apropiada, como para intentar persuadir o influenciar el estado mental del otro.»  Esa conducta socialmente apropiada es una conducta que se encuadra dentro de lo que el grupo considere apropiado, lo que sea grupalmente aceptado.


Muchas de las veces esos límites quedan plasmados en unas normas de convivencia formuladas explícitamente. Esas normas de convivencia colaboran para establecer la cultura del equipo, tal como Carlos Giesenow, en su libro “Psicología de los Equipos Deportivos. Claves para formar equipos exitosos” explica: «(la cultura del equipo) va a ser crucial para lograr la sensación de identidad grupal que establece un rendimiento deseado, una ética de trabajo, un patrón de comportamiento esperado y creencias compartidas. Existen normas formales e informales dentro de los equipos. Ejemplo de las primeras pueden ser los horarios de entrenamiento, las sanciones por inconductas, la asignación de cierto número en las remeras, etc. Los famosos códigos ejemplifican las normas informales que establecen expectativas de funcionamiento y conductas admitidas dentro de ese grupo que no están escritas en papel pero son aceptadas y compartidas.»


Lo paradójico del establecimiento de estas normas, y como lo refleja Giesenow también, es que
«los miembros más influyentes y con más estatus (dentro del equipo) tienen un papel más importante en fijar y asegurarse de que se respeten los estándares adoptados por el grupo. (Pero) estos integrantes suelen ser los que tienen menor presión para ajustarse estrictamente a las normas.»
En el conflicto que tomó trascendencia a principios del mes de enero de 2015 entre Luis Enrique y Lionel Messi al parecer viene desde antes, pero irrumpe en el mundo del periodismo deportivo por una ausencia injustificada del jugador argentino en el entrenamiento del lunes 5 de Enero y una amenaza del DT catalán de expedientar a Messi, que luego desistió de hacerlo ante el pedido de otros jugadores, tal como detalla este artículo del diario Sport.

Malcolm Cook también dice que «cuando esto suceda (la falta o incumplimiento de un jugador a alguna norma del equipo) el entrenador debe tener cuidado de no reaccionar exageradamente (…) la severidad de la sanción deberá tener en consideración si el jugador ha realizado o no un denodado esfuerzo por ajustarse a la imagen y al código de conducta del equipo.» Y al que se quería castigar era, ni más ni menos, que a Messi.

Guardiola, el diferenciador disciplinado
Uno de los conceptos que Josep Guardiola incorporó de Julio Velasco, experimentado entrenador argentino de vóley, es que “no se puede tratar de la misma manera a todos los futbolistas”. Esa característica relativa a la personalidad de cada uno de los integrantes de la plantilla es uno de los puntos cruciales más difícil de reconocer por algunos conductores.

En la disputa de egos que rodea al deporte más popular del planeta, conceder cierto espacio para el trato diferenciado de algunos es visto como una amenaza a la conducción justa a la que todo líder de grupo aspira. Lo que sucede es que, muchas veces, el verdadero líder del grupo no está sentado en el banco de suplentes vistiendo ropa elegante, sino dentro del campo de juego sudando como los demás jugadores.

En el libro “Liderazgo Guardiola” los autores Juan Carlos Cubeiro y Leonor Gallardo, exponen que «Pep Guardiola conoce muy bien cómo gestionar el rendimiento de sus jugadores. La disciplina como aprendizaje. En la pretemporada, cada jugador recibe un código de conducta impreso de tres páginas.» Y en ese mismo libro, transcriben declaraciones de Víctor Valdez, arquero, hasta hace poco, del cuadro catalán, quien dijo que «existen unas pautas marcadas en todos los sentidos y existen cosas que no se pueden pasar por alto durante la competición. Eso es uno de los secretos de nuestro equipo. Pep no nos deja pasar ni una.»



Pautas claras, castigos flexibles
Por todo lo anterior analizado, creemos que es importante tener ciertas pautas establecidas. Pueden ser escritas o no. Pero que sean tomadas como normas de convivencia que regulen el desempeño del equipo en las competiciones, los entrenamientos, las situaciones sociales (fuera de las competencias y los entrenamientos) y en el período fuera de temporada. Esos “cuatro importantes contextos” según Giesenow.
El conductor del equipo debe tener presente que, como conduce personas, se van a producir infracciones a esas normas de convivencia establecidas. Y de su habilidad en la conducción grupal y de su capacidad para llamar la atención, advertir o castigar (según corresponda) a quien infrinja esas normas, dependerá que se mantenga el buen clima en el vestuario, que el objetivo propuesto no se corra de foco y que se generen y administren las emociones correctas, para que las decisiones dentro del campo de juego sean las más acertadas.

La habilidad del conductor grupal se tiene que materializar en algún tipo de gesto, que todo el grupo interprete como tal, para no dejar pasar al infractor y determinar la “sanción” correspondiente, teniendo en cuenta que las personalidades (y sus reacciones emocionales) son diferentes y que de su interrelación grupal depende mucho el clima y la armonía que se respire en el equipo.

Son numerosos los casos de “prendas” en lugar de castigo para aminorar la falta (por ejemplo pagar una comida al plantel por llegar tarde a los entrenamientos, o preparar un asado para los compañeros por haber sido expulsado, etc.) Pero muchas veces, los jugadores reinciden en las infracciones y en ese caso las sanciones tienen que ser un poco más severas como fue, por ejemplo hace un tiempo atrás en el plantel de Banfield donde se dejó de tener en cuenta a un jugador que reincidió en ser expulsado y el motivo de la expulsión fue el juego brusco.

Para cerrar, unas palabras de Guardiola en 2009, que también reflejan Cubeiro y Gallardo en su libro mencionado «Yo empecé con unas prioridades este año, que era el vestuario, que era generar un equipo alegre, dinámico, que respetara el buen juego, que la gente se sintiera contenta y orgullosa del equipo en cualquier campo, en cualquier situación, y en eso no nos vamos a mover ni un palmo. Si luego no somos campeones en las tres competiciones, felicitaremos al campeón.»

Hasta la próxima, que esta vez -espero- sea en menos tiempo...

1 comentarios:

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